¿Y si las empresas incluyen el mentoring como estrategia para poner en valor al talento sénior?
Me encanta la frase que dice “Quien quiere hacer algo encuentra un medio y quien no quiere hacer nada, encuentra una excusa” porque define en parte una de mis creencias, fundamentada, como siempre digo, en mi propia experiencia, lo que la hace verdadera para mí, aunque no necesariamente para el resto.
En cualquier caso, me viene de perlas para hablar de las empresas y de su enorme abanico de posibilidades para impulsar el respeto y la integración del talento sénior en sus equipos, o por hablar de manera clara y sin paños calientes, para evitar caer en las redes del “Edadismo” o discriminación por edad.
Si quieren hacer algo, si de verdad lo desean, encontrarán muchos medios. Hoy quiero hablaros de uno de ellos, el mentoring, una herramienta fantástica con grandes beneficios tanto para las personas como para las organizaciones, y sin lugar a dudas, una estupenda estrategia para resaltar el valor del talento sénior.
El otro día, Fundación Selectiva, me hizo llegar una nota de prensa en la que informaban sobre el lanzamiento y publicación de un informe que recoge las principales propuestas para evitar el Edadismo en las empresas españolas.
Tras elaborar varios focus groups que la fundación ha organizado con CEOs, responsables de RRHH y de RRLL, asociaciones, demógrafos y economistas, redactaron un documento con 10 sugerencias encaminadas a gestionar la integración del talento sénior, evitando elementos discriminatorios.
Al leerlo, mi mirada se detuvo en el punto en el que menciona los programas a los que se refiere como “tutorización o mentoring”. Señala la Fundación al mentoring como “una de las buenas prácticas para fomentar la diversidad generacional en el entorno laboral, creando espacios de colaboración en los que se promuevan la convivencia, el conocimiento, el respeto o la inclusión de personas de diferentes edades”.
Pensé entonces que me apetecía muchísimo escribir sobre ello en su blog porque, con toda sinceridad, me parece que el mentoring impulsa la relación, la escucha activa, la comunicación, el conocimiento, el intercambio, y desde ahí, se crea el caldo de cultivo perfecto para favorecer las relaciones interpersonales, en las que surja el afecto, la emoción, la confianza y el respeto, claves de la empatía, de la que hablaba además, en mi anterior post.
¿Y qué es esto del mentoring que se está poniendo tan de moda? ¿De dónde viene la palabreja, me diréis? Pues según he comprobado, su origen proviene de la mitología griega, en concreto de la Odisea de Homero. Méntor, amigo de Ulises, se encargó de la educación de su hijo Telémaco durante su ausencia en la campaña de Troya.
Pero ¿qué es el mentoring?
Un artículo publicado en febrero de este año por la revista Forbes define el mentoring como “la práctica destinada a desarrollar los conocimientos a través del aprendizaje con un tutor o con un mentor, que es quien aconseja, enseña, guía y ayuda a su aprendiz en el desarrollo de sus capacidades y habilidades profesionales para aumentar sus posibilidades de éxito laboral en el futuro.”
Según esta definición, parece que tiene sentido pensar que el mentor o mentora deberían ser mayores que, el ó la mentee (término con el que se conoce al “alumno o alumna o persona guiada”), aunque algunas organizaciones ya están incluyendo la práctica de la mentoría bidireccional, donde el peso está en la información que se comparte y en la experiencia demostrable sobre una materia determinada y no tanto en la edad de los mentores o mentoras.
De esta manera, en la propia conversación y en la relación que se establece entre mentor o mentora y mentee, ambos llegan a un acuerdo que consiste en acompañarse y enriquecerse mutuamente en aquellas áreas que no dominan y en las que necesitan y quieren mejorar.
El objetivo es el de ayudar a las personas a optimizar sus trayectorias profesionales dentro de las organizaciones, mediante una relación equilibrada y entre iguales, cimentada en la confianza y en el respeto mutuo, al margen de jerarquías.
Por lo tanto, se puede partir de la base de que tanto un o una junior como un o una sénior podrían ocupar ambos roles, el de mentor o mentora y el de mentee, compartiendo conocimientos y experiencias, para enriquecerse en ambas direcciones.
Por supuesto, y como consecuencia, la organización siempre obtendrá beneficios al implementar el mentoring como buena práctica, algunos de los cuales, detallaré a continuación, aunque antes me gustaría compartir con vosotros y vosotras lo que definiría a una persona como un buen mentor o mentora.
¿Qué define a un buen mentor o una buena mentora?
Las ganas de ayudar a los demás, la vocación de servicio, el interés por poner todo de tu parte para que la otra persona desarrolle su potencial.
Acabo de confesaros desde dónde yo, como mentora, ofrezco este servicio, porque considero esencial, no sólo poseer unos conocimientos demostrables y una larga trayectoria en un área determinada, sino esa actitud de verdadero servicio hacia las personas.
Por supuesto, también considero importante poseer buenas habilidades de comunicación y didácticas, junto con la curiosidad, la escucha activa, capacidad de motivación y de empoderamiento.
Por último, y no menos importante, la humildad para seguir teniendo todos los sentidos abiertos y dispuestos a continuar aprendiendo, también de las personas a las que puedas mentorizar. El deseo de aprender, de formarse, invita a estar permanentemente reciclándose para poder seguir aportando.
Ventajas que ofrece el mentoring en una empresa
Podría empezar diciendo que un programa de mentoring sólo puede beneficiar a una organización, y nunca perjudicarla, no sólo en términos económicos y cuantificables, sino también a mejorar su clima laboral gracias a la notable mejora de las relaciones interpersonales que promueve.
Algunos de estos beneficios serían:
1. El conocimiento se enriquece porque fluye. Al mentor o mentora se le presupone mayor conocimiento de la empresa, por lo que la cultura se transmitirá más fácilmente.
2. Ayuda a que, tanto el desarrollo personal como el profesional se agilicen, y de este modo se colabora para sacarle brillo al talento.
3. Atracción y fidelización del talento, al saber que la empresa está interesada en invertir en las personas y su desarrollo.
4. Mejora notablemente de las relaciones y vínculos entre las personas, por lo que se regenera el clima laboral y se incrementa la productividad.
5. Aumento de los niveles de motivación, optimismo, ilusión, por lo tanto mejora la confianza, el compromiso y el sentido de pertenencia.
6. Se reducen los costes de formación y aprendizaje para la adaptación al puesto.
7. Genera mayor implicación y compromiso de las personas con la organización, lo que favorece que los empleados se conviertan en los mejores embajadores de marca.
8. Los mentores y mentoras, tienen una gran oportunidad para desarrollar sus habilidades de liderazgo.
Y por último y no por ello menos importante ¿cuáles serían los beneficios para mentee o tutelado o tutelada y para el mentor o la mentora al ser incluidos en un programa de mentoring?
En primer lugar, el simple hecho de auspiciar una relación entre una persona más joven con una de mayor edad, favorecería absolutamente para eliminar barreras generacionales que siguen alimentando el fortalecimiento de creencias limitantes en este sentido.
Fomentar la convivencia de varias generaciones con esta herramienta prevendría el rechazo y la exclusión simplemente por una cuestión de edad, al propiciar un encuentro en el que sabes que sólo puedes ganar. Ganar de su experiencia, de sus consejos, de sus vivencias, de sus propios aprendizajes, de sus errores, y convencerte de que todo ello, va a favorecer y a facilitar tu propio camino.
Beneficios del mentoring para el o la mentee
1. Incluir el mentoring en los procesos de onboarding, por ejemplo, donde, la persona recién llegada tenga asignado su mentor o mentora, ofrecería, de entrada, una imagen excelente de la propia empresa, en cuanto a su organización sobre todo.
2. Orientar y acompañar a lo largo del camino mediante estas sesiones de asesoría personalizada, ofrece al mentee una mayor tranquilidad y se reducen sus posibles situaciones de estrés. El mentor o la mentora conversa y le da consejos sobre un área en la que tiene más experiencia.
3. Esta interrelación con una persona de una edad diferente a la suya, promueve su propio entrenamiento de sus habilidades interpersonales, como su escucha, su empatía, e incrementar sus niveles de tolerancia y respeto.
4. Empoderamiento y conexión con sus recursos. Los encuentros con su mentor o mentora siempre irán enfocados a que conecte con su potencial mediante la utilización de diversas herramientas.
¿Qué aporta el mentoring a una mentora o mentor?
1. Incremento de la autoestima, al sentir que su experiencia es un valor real que se utiliza para un buen fin.
2. Mejora de las habilidades blandas, intrapersonales e interpersonales, que favorecerán su enriquecimiento como profesional y como persona.
3. Aumenta el sentimiento de pertenencia a la organización, y por lo tanto su implicación y nivel de compromiso, por lo que también se incrementará su productividad.
4. Empoderamiento y conexión con sus recursos. En este caso, he querido que coincida este beneficio con el que he señalado para, el o la mentee, ya que, ese acompañamiento, esas conversaciones y esa ayuda, también enriquecerán y alimentarán su interés al querer ofrecer lo mejor de sí mismo o de sí misma.
Por lo tanto, queridas empresas, que me estáis leyendo, probar a involucrar a vuestro talento sénior en programas de mentoring, igual es una manera estupenda de que ellos sigan creciendo a la vez que vosotras lo hacéis. ¿Qué os parece?