Aprendizaje basado en los proyectos
La formación es un motor para casi todo. Lo es para la inclusión, para el empleo, para el desarrollo, para el bienestar y, por supuesto, es un motor, el principal, para romper las barreras y prejuicios que laten tras las decisiones y comportamientos excluyentes y discriminatorios por razón de la edad. Y es así, entre otras razones, porque la formación elimina el miedo a lo desconocido, a lo diferente: nos da seguridad y nos permite amar el cambio.
La innovación ha ganado muchas batallas en las últimas décadas en el terreno de la educación. Métodos tradicionales reciclados, nuevas herramientas (y no solo tecnológicas) y un fuerte impulso desde los centros de enseñanza ha permitido la irrupción de algunas herramientas muy interesantes para el tema que nos ocupa, la formación como palanca para frenar la discriminación por edad. Esta herramienta es el aprendizaje basado en proyectos (ABP), un modelo de enseñanza fundamentado en la utilización de proyectos auténticos y realistas, basados en una cuestión, tarea o problema altamente motivador y envolvente, a través del cual los participantes desarrollan competencias en un enfoque colaborativo en busca de soluciones.
Enfocados en lo que nos une
¿Por qué esta metodología es especialmente útil para desterrar la discriminación por edad? En primer lugar, posibilita la creación de equipos intergeneracionales y, más en general, heterogéneos en todos los sentidos: la diversidad impulsa el aprendizaje. Además, enfoca la motivación y el empeño de los participantes (alumnas y alumnos) en un objetivo común, lo que permite comprobar que personas de diferentes generaciones pueden perfectamente compartir inquietudes e intereses. En tercer lugar, al tratarse de una metodología eminentemente práctica y volcada en la acción, learning-by-doing, estimula la colaboración y la cooperación, sacando a la luz competencias y actitudes, además de conocimientos. Trabajando sobre el terreno y colaborando en el marco de un equipo para alcanzar objetivos comunes, es más fácil descubrir en el otro capacidades y actitudes que poco o nada tienen que ver con la edad.
El ABP es una excelente metodología de actualización permanente no solo de conocimientos sino también de competencias profesionales y actitudes. Su uso puede ser perfectamente trasladado de las escuelas a las empresas, creando equipos multidisciplinares, multigeneracionales y multifuncionales, que acometan la resolución de problemas complejos. La motivación para participar en este tipo de formación es mucho más alta, en especial para las personas seniors, que los métodos tradicionales o las píldoras enlatadas online: les permite poner en valor la experiencia, interactuar, aprender en un contexto que les resulta sumamente familiar, como es el de un proyecto. A todos las y los participantes, esta metodología les permite desterrar la mayoría de los prejuicios no sólo respecto a la edad, sino a los estudios, el género o cualquier otro atributo.
El aprendizaje basado en proyectos es un ejemplo de la estrategia de formación dirigida a erradicar la discriminación laboral. Como éste hay otros ejemplos de metodologías pedagógicas que los centros educativos están implantando para mejorar la motivación al aprendizaje en contexto de diversidad, y que pueden -y deben- ser trasladados sin demasiadas complicaciones al entorno profesional.
Pilar García es Doctora en Dirección de Empresas por IESE Universidad de Navarra. Especialista en comportamiento humano en las organizaciones, evaluación y desarrollo de competencias profesionales y gestión del talento. Investigadora Asociada de IESE Business School, docente en diversas universidades e instituciones y, desde hace un año, socia cofundadora y presidente de DCOM Community Services, empresa dedicada a los servicios de consultoría a través del Design Thinking y las metodologías ágiles.
Actualmente trabaja en la Fundación ONCE y es miembro del Consejo aseror de la fundación Selectiva.