Tendencias del Mercado
A finales del año pasado, varios medios de comunicación se hicieron eco del informe “Tendencias en el mercado laboral 2020: las habilidades del futuro” elaborado por Udemy for Business publicando artículos e incluso infografías que circularon por las redes sociales.
Os recomiendo de paso y especialmente el publicado por Nacho Meneses en la sección de economía de El Pais
Las famosas soft skills o habilidades blandas a las que decidí hace tiempo definir como vitales, vuelven a tomar protagonismo frente a las competencias técnicas, no sólo en los procesos de selección, sino en la cultura de las propias empresas, que poco a poco se dan cuenta de la necesidad de incrementar su inversión en el presupuesto dedicado a la formación dirigida a que sus plantillas ser fortalezcan en ellas.
Diez habilidades que me gustaría destacar
- Tener una mentalidad de desarrollo. En definitiva se traduce en poseer una actitud de crecimiento y superación, desarrollando y alimentando la autoestima y la auto motivación.
- Como la actitud que nos lleva a pensar, a idear, crear, a proponer ideas creativas.
- La capacidad de concentración. Donde la actitud y el deseo real de centrarse y de no dejarse atrapar por los ladrones del tiempo es fundamental.
- Innovación. Entendida como la capacidad de aportar ideas nuevas para seguir avanzando y desarrollándose.
- Dotes de comunicación. Ser capaz de transmitir y trasladar de manera efectiva cualquier idea o mensaje asegurándose de ser comprendido por nuestro interlocutor o interlocutora.
- Habilidad o arte de contar una historia atractiva que mantenga el interés de quien está al otro lado.
- Pensamiento crítico. Siendo capaz de analizar, entender, evaluar y proponer áreas de mejora.
- Como la habilidad de encabezar proyectos, siendo escuchado, seguido y motivando al equipo a cargo.
- Inteligencia emocional. Entendiendo sus competencias en los terrenos tanto intrapersonal e interpersonal. Ser capaz de identificar, entender y gestionar las emociones propias y las de las personas que nos rodean.
Y llegados a este punto, permitidme hacer dos reflexiones:
En primer lugar y en mi opinión, me parece una excelente noticia que se confirme la idea de que las empresas valoran cada vez más este tipo de habilidades, puesto que todas ellas son susceptibles de pertenecer a cualquier profesional al margen de su edad. Y eso nos llevaría a vaticinar que el edadismo o discriminación por edad del que hablamos en nuestros post estaría abocado a la desaparición en los próximos años, al entrar en contradicción con esta tendencia.
En segundo lugar, me doy cuenta de que, al desgranar cada una de ellas, siempre aparece la actitud en el trasfondo y esencia, entendiéndola como la manera de actuar ante determinadas situaciones.
Cuando hablamos de actitud, normalmente y casi de un modo espontáneo, se nos viene a la cabeza una clasificación dualista que las divide en positivas o negativas. Sin embargo, y desde la propia psicología social, la definición y categorización sería mucho más compleja, teniendo en cuenta aspectos como la valencia afectiva, su orientación a la actividad, su motivación para actuar, o incluso, las clasificaría en función a la relación que mantenemos con los demás.
Pero para no liarnos, os diré que para entender las actitudes, debemos tener en cuenta sus tres componentes: el cognitivo, el emocional y el conductual. Es decir, ¿qué pensamos? ¿cómo nos sentimos? y ¿cómo actuamos? ante un estímulo determinado, sabiendo que lo que pensamos parte de nuestro propio mapa de creencias interno.
De esta manera, nuestras actitudes se relacionan con nuestros aprendizajes y nuestras experiencias personales y las observadas en otros pudiendo estar influenciadas por las normas y roles sociales.
El avance de la neuroplasticidad y numerosos experimentos y estudios realizados, demuestran afortunadamente la capacidad de nuestro cerebro de seguir aprendiendo y de modificar comportamientos y conductas gracias al entrenamiento y a la repetición. Podemos cambiar señores y señoras. Somos capaces de modificar nuestras conductas y también nuestras actitudes y cambiar de actitud significa buscar alternativas mirando la vida desde otro lugar, otra perspectiva.
Desde esa posibilidad es desde donde, si me lo permitís, voy a ofrecer una serie de recomendaciones dirigidas a las personas seniors y también a las empresas, de cara a mejorar el clima laboral y persiguiendo siempre una mayor y mejor integración y convivencia generacional en los entornos laborales.
Actitudes recomendadas para las personas seniors en el terreno laboral
Actitud de apertura. Abriéndose a la posibilidad de enfrentarse a nuevos retos, nuevas etapas, nuevas situaciones, nuevos procesos, manteniendo la ilusión y las ganas de seguir, conservando la esperanza y el espíritu de lucha.
Actitud positiva. No es tan fácil como la negativa, ya que nuestro cerebro está diseñado para fijarnos en lo malo antes que en lo bueno. Pensad que esto es así por una cuestión de supervivencia, y por ello es tan importante entrenar nuestro foco para fijarnos en lo bueno. De ese modo, favoreceremos nuestro estado de ánimo y tendremos más opciones de encontrar trabajo, si estamos en búsqueda activa y de favorecer el ambiente laboral si tenemos empleo.
Actitud de humildad. No importa lo que hayamos hecho a nivel formativo o la experiencia que traigamos como consecuencia de los años. Poseer una actitud humilde significa ser capaz de seguir escuchando y aportando, no cayendo en la prepotencia y la soberbia de pensar que ya no tenemos que demostrar nada. En el mercado laboral actual y en los procesos de selección, una actitud de prepotencia, alimenta la creencia de los técnicos de selección de que los candidatos seniores no son flexibles ni se adaptan a los cambios.
Actitud de aprendizaje continuo. Enlazo esta actitud con la anterior con el mismo razonamiento. No querer reciclarse por pensar que ya no tenemos que demostrar más, simplemente nos deja en un plano de aislamiento y nos aparta del tablero de juego, creedme. La formación constante es necesaria en un mundo que está en continua evolución y en permanente cambio. Además, es una gran ventaja para mantener activo y joven nuestro cerebro.
Actitud de generosidad. Tenemos mucho que decir y que aportar en los entornos laborales. No hay que renunciar a la experiencia que nos han dado los años. Compartir ese conocimiento es enriquecer los procesos. Todo suma.
Actitud de proactividad. A veces sucede que las personas seniors caen en su propia creencia al pensar que ya no tienen nada que aportar, desmereciéndose y restando importancia a sus ideas. Esa actitud, no solo perjudica su autoestima, sino que auto margina su participación. La actitud proactiva hace que sigamos haciéndonos responsables de nuestra propia vida.
Actitud emprendedora. Ser emprendedor no es propiedad de las personas que inician una actividad autónoma o empresarial. Siempre digo que veo el emprendimiento como una filosofía y como una actitud ante la vida. Invito a tener esta actitud también a las personas que trabajen por cuenta ajena. Es una manera estupenda de ofrecer nuestro valor añadido, nuestra seña de identidad, aquello que nos hace diferentes.
Actitudes recomendadas para las empresas hacia las personas seniors
Actitud de escucha Hace unos meses escribí precisamente un post en este blog donde destacaba la escucha y la empatía como los eslabones principales de la cadena que facilita la comunicación interpersonal. En este caso, me parece fundamental que las organizaciones mantengan siempre esta actitud con todos sus empleados, evidentemente, sin que en ningún caso, la edad sea un impedimento o un estigma para cerrar los oídos. Es básico y parece una evidencia, pero no creo que esté de más recordarlo.
Actitud de empatía. La empatía es una competencia emocional necesaria en cualquier contexto y por supuesto también en el laboral. Estamos asistiendo a una realidad avalada por las cifras y las estadísticas que nos informan de que las y los mayores de 45 años es el colectivo más afectado por los despidos y ERES y los que más dificultades tienen a la hora de encontrar un empleo. Tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro, es sin duda una de las habilidades más importantes para comprender y desde ahí, facilitar las relaciones dentro del contexto laboral.
Actitud de apertura. No hay nada más limitante para una empresa que cerrar sus puertas como consecuencia de presuposiciones y prejuicios. Precisamente en este blog se publicaban los 10 prejuicios que tienen las empresas en la contratación del talento sénior. En definitiva, los prejuicios no son más que eso, creencias basadas en experiencias que en ningún caso nos hablan de la generalidad y mucho menos de la realidad. Para eso, vuelvo a recordar la necesidad de tener una actitud de escucha.
Actitud de respeto. El respeto es un valor que ha de ser sí o sí, la esencia primordial de ese aroma que desprende la cultura de cualquier organización. Es la base y la clave de la convivencia entre las personas. Respetar otro valor, el de la experiencia, y lo que de ella se desprende siempre aportará una visión más, ni mejor ni peor, pero, en cualquier caso diferente, enriqueciendo así el abanico de opciones.
Actitud de integración. La colaboración, la participación, la cooperación de las y los empleados se consigue con una actitud que promueva la integración de todos y es responsabilidad de la empresa asegurarse de que eso está ocurriendo, penalizando conductas discriminatorias o excluyentes.
Actitud de tolerancia. Tolerar implica escuchar con apertura de ideas, respetando la diversidad de opiniones y facilitando el diálogo siempre desde el respeto. Si no se parte de la idea de que sólo existe una verdad, se ofrece la posibilidad de poner en marcha y a máximo rendimiento nuestra creatividad, y en creatividad no hay edad que valga.
Actitud de igualdad. Parece obvio y casi se me olvida incluirlo pero no he querido dar nada por hecho, así que incluyo y parto de la base de que las empresas que quieran seguir avanzando y adaptándose a los cambios, han de promover y velar por actitudes basadas en esta premisa, la de que todos y todas somos iguales, porque somos personas.
Actitud de aceptación. Aceptarnos y aceptar a los demás. Aceptar que la edad no es más que un número que no define a una persona ni a un profesional es sin duda el gran reto de las empresas que están discriminando por este motivo. Cambiar sus creencias limitantes aceptando el hecho de que las personas han de ser tenidas en cuenta por su valor y experiencia, su deber y su deuda para seguir creciendo y avanzando.
1 comentario
Hola, muy de acuerdo,me ha venido genial leerlo, pues hace unos días hice una entrevista y es la primera vez que me rechazan por la edad,sin tener en cuenta mi experiencia,buena actitud y predisposición a seguir aprendiendo.